domingo, 24 de junio de 2012

La encantadora de niños


Imaginaba cuentos y después los plasmaba en el papel. A veces los soñaba por la noche y los escribía nada más despertar.  Las historias se agolpaban en su mente y ella las ordenaba en unos preciosos relatos que todos querían leer. Por las tardes, cuando a través de la ventana se oía el griterío feliz de los niños al salir de la escuela, ella se preparaba para ir al parque.  Allí la estaban aguardando con sus rostros sonrientes,  deseosos de escuchar el cuento del día. Al verla llegar, se apelotonaban alrededor suyo,  y todos con el brazo en alto pedían la palabra a Begoña, ¡tenían algo que contarla!

Darío le explicó lo feliz que estaba porque había pasado el domingo con su abuelo y los dos habían disfrutado mucho leyendo juntos la historia de Mateo, que le hizo recordar lo mucho que lo quería. En los ojos de Natalia, que brillaban más de lo habitual, se vislumbraba una nueva ilusión. Su silla de ruedas había dejado de ser una barrera para ella y se sentía muy orgullosa de haberlo conseguido con mucho esfuerzo; con  Valeria había descubierto que cualquiera podemos convertirnos en un superhéroe si nos lo proponemos. Marco, muy feliz, le presentó a su nuevo amigo Daniel, y relató con todo detalle cómo se habían hecho inseparables cuando, tras cambiarse de colegio, le había ayudado a superarlo aprendiendo que la amistad lo puede todo, como le había pasado a Ricardo en esa emotiva historia que había leído más de veinte veces. Pablo había conseguido una plaza en la orquesta de su barrio tras haber trabajado mucho y le contó cómo se había acordado de David antes de la prueba, a la que fue con mucha confianza.

Begoña contaba historias sorprendentes dónde ocurrían cosas maravillosas y todos los que la conocían estaban seguros de que, además, hacía magia. Los pequeños viajaban gracias a ella a un país encantado y cuando volvían a la realidad, se sentían capaces de vivir lo soñado en ese fantástico mundo. La encantadora de niños había conseguido otra vez despertar en ellos la pasión por la lectura y el deseo de querer ser cada vez más grandes.








Dedicado a mi amiga Begoña Torres @begtorres , que comparte conmigo su andadura literaria. Qué sus cuentos puedan llegar a todos los niños del mundo.

martes, 19 de junio de 2012

Recuerdos ...




Hay recuerdos que se graban fundiéndose con el alma haciendo que cada vez que regresan a tu mente, percibas las mismas sensaciones que te produjeron antaño.

Olores que evocan grandes vivencias, como el de la goma de borrar que me devuelve el feliz aroma de mi infancia … Sabores, como el del primer beso, inocente y tembloroso en la puerta del colegio …

El dulzor de las hortensias de mamá mezclado con la fragancia de la colada recién tendida en el patio de mi casa, mientras mi guitarra y yo,  buscando la melodía perfecta, inventábamos nuevas estrofas con las que rozábamos la felicidad …

Y en ese mismo patio, el sonido de las noches de verano, tumbada junto a mi padre disfrutando de las estrellas …

Recuerdos que despiertan mis ilusiones, que me hacen ser niña de nuevo, que me permiten tener presente a los que ya no están a mi lado ...

Esos recuerdos …

domingo, 10 de junio de 2012

El violinista


 
(Sorprende a tus sentidos escuchando la música mientras lees el relato)

Frederic Chopin - Nocturne Op.9 Nº2



 

Un color especial comenzaba a fundirse con los verdes del jardín y del mar. Una ligera brisa impregnaba el ambiente del inconfundible olor a jazmín que cada tarde nos acompañaba mientras que desde nuestra privilegiada situación, veíamos en el horizonte cómo los pesqueros regresaban de su faena.
Cuando vi que su barco se acercaba, mi corazón se agitó y comencé a inquietarme ... Sabía que a Jacques no le molestaban mis vespertinos paseos y que podría irme sin que él sospechase nada, pero no podía detener mi imaginación y el posible encuentro apenas me dejaba respirar. 

Desde hacía tres semanas, todas las tardes caminaba con cierta impaciencia hacia el puerto. Comprobaba que el velero de Philippe ya estaba amarrado al final del muelle. Aceleraba el paso cuando percibía ese sonido que nublaba mi razón, que llegaba a mi alma como un intenso abrazo … su violín parecía llamarme en cada movimiento. Me acercaba y al percatarse de mi presencia sus ojos se fundían con los míos en una armonía increíblemente perfecta. Acababa la pieza y nos quedábamos mirándonos en silencio. – ¿Subes a bordo? – preguntaba tendiéndome la mano. Yo aceptaba y sujetándome fuerte con ambos brazos me ayudaba a embarcar. Él seguía tocando y yo mientras soñaba con un beso que nunca llegaba. En la ciudad nadie conocia a Philippe y su pasado era un misterio para mí. Solo sabía de él que vivía en su barco, tocaba el violín y navegaba. Me hablaba de sus viajes y me relataba historias sobre los grandes músicos. Yo podía pasar horas escuchándole …

Dejé la sombrilla, me retoqué el peinado, pellizqué mis mejillas y mordisqueé mis labios … me sentía bella y feliz. – ¿Ya te vas, querida? Disfruta de tu paseo – me dijo Jacques regalándome una sonrisa. – Gracias, llegaré para la cena – contesté.

Cómo cada día, comenzó mi impaciente camino hacia el puerto, deseando que nuestras miradas se volviesen a encontrar mientras sonaba esa mágica melodía que me transportaba a lugares desconocidos para mí. Cuando me iba acercando al muelle, comprobé desilusionada que su embarcación no estaba. No podía ser, lo avisté desde el mirador hacía más de una hora. Comencé a preocuparme y pregunté a algunos pescadores que recogían sus redes, pero nadie supo contestarme. Apesadumbrada volví a casa. No quería que nadie leyera en mi cara el desasosiego y salí directamente a la terraza, para intentar recordar las agradables sensaciones de unas horas antes, cuando junto a Jacques disfrutaba de esos bellos colores y olores del atardecer. Entonces divisé como el velero de Philippe se alejaba … se marchaba y no podía decirle adiós. Sentí un profundo dolor ante la posibilidad de que se fuera para no volver. No quería creerlo … él regresaría para darme ese beso tantas veces imaginado. Alguien me sorprendió por detrás con un tierno y largo abrazo. Me giré y ahí estaba Jacques, y esa dulce mirada con la que siempre me había seducido. Tomó mi cabeza entre sus grandes manos y me besó. – Te he echado de menos esta tarde, mi vida – me susurró. Reconfortada con su cariño le devolví el beso y con un gesto le invité a que entrásemos en casa. Miré hacia atrás buscando en la lejanía a quien me había hecho soñar esos días y a quien con toda seguridad jamás olvidaría, pero la noche había caído ya y el mar estaba salpicado por pequeñas luces de los barcos que salían a pescar y podía ser cualquiera de ellos. Creí escuchar un violín … – ¿Vamos, cariño? – Dijo Jacques  – Entré en casa y sentí que ese era mi lugar.






domingo, 3 de junio de 2012

Lira que por el viento eres rasgada ...



Canto I

Poderosa,
   Con agudos y graves,
   Derriba muros,
   Levanta catedrales,

Seductora,
   Transforma las almas,
   En clave de sol,
   Te envuelve con su esencia,

Serena,
   Permuta lo sombrío,
   Sostenidos que mecen,
   Y vacían las mentes, 

Grandiosa,
   Detiene el tiempo,
   Concede sueños,
   Acompaña soledades

Rosa Fuertes
@iRosafuertes
Canto II

La música
despierta al mundo
para mover ríos
armonizar la brisa
inventar mañanas
serenatas, sinfonías


esas
las que a veces son musas
y comunican cualquier cosa

La música
pinta al mundo
para hacerlo real
avivar los ojos
bailar montañas


melodías, poesías

esas
las que se mandan solas
y despiden resentimientos

María Virginia Betancourt
@virgbetancourt
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