lunes, 2 de julio de 2012

Tormenta en Peñalara



Él se quitó su jersey de rayas marrones y verdes y lo puso sobre mis hombros.  Aceptar que se acababa el verano y renunciar a ir ligera de ropa y con los pies desnudos, era ardua tarea para mí y siempre me sorprendían los primeros fríos. Pero mi vigía permanente, nunca me fallaba.  A su lado, me sentía protegida, feliz y completa.
– Eres mi ángel de la guarda y mi otra mitad – le dije con un abrazo – . Satisfecho, no pudo contener una enorme sonrisa.

                                                  ***
Sergio y yo habíamos empezado a salir en el instituto seis años atrás. Mi primer amor. Yo su cuarta o quinta conquista, y simultáneamente al mío, tuvo al menos otros seis amores. Perdidamente enamorada, solo vivía por y para él. A Jaime no le gustaba nada, decía que ese chico me haría sufrir y que debía alejarme de él. – Lo que ocurre es que estás celoso – le replicaba yo enfadada. A veces, le descubría espiándonos cuando íbamos al cine sentado unas butacas más atrás o desde la ventana del bar dónde bebíamos mientras jugábamos al billar. Cuando llegaba tarde a casa después de una salida nocturna, ahí estaba, en el porche esperándome. Yo no soportaba más esa situación y le gritaba que me dejase en paz. – Antes te gustaba que siempre estuviésemos juntos – me decía con tristeza.  Yo me sentía muy mal cuando le disgustaba, sabía que lo pasaba muy mal y que sentirse culpable no era bueno para él. Desde que teníamos uso de razón nunca nos habíamos separado. El nuestro era un amor especial y desinteresado. Existía una conexión absoluta entre ambos, capaces de conmovernos percibiendo lo que el otro sentía, siendo felices si el otro lo era, llorando si la vida nos maltrataba a alguno.
                                                   * * *
Tras divorciarme de Sergio regresé al pueblo. Todo continuaba tal y como lo había dejado cinco años atrás. Mi matrimonio no había sido como yo soñaba. Tras la noticia del embarazo y después de la boda, nos marchamos a Madrid porque allí había encontrado mi flamante esposo un trabajo en una fábrica de cerveza. A los cuatro meses perdí el bebé que esperábamos y afortunadamente no volví a quedarme en estado. Pensar en Jaime e imaginarlo a mi lado era lo único que me hacía sentir bien. Cuánto lamenté haberme alejado de él ... Entre borracheras e infidelidades, fueron unos años para olvidar.
                                                     * * *

– Debí haber seguido tus consejos, Jaime – le confesé mientras paseábamos – ¿Volvemos a casa? Vas a coger frío sin tu jersey – le dije mientras le daba la mano. Jaime asintió y emprendimos el camino sendero abajo. Observé que su respiración era agitada y que no tenía buen color de cara. Comenzó una tormenta y aunque aligeramos el paso llegamos a casa empapados. Él se fue directamente a la cama,  – me he agotado con la caminata – dijo excusándose.
¿Le pasa algo a Jaime, mamá? – pregunté temblorosa – Su corazón ya no aguanta más, cariño – me dijo con lágrimas en los ojos – Siento no habértelo contado antes, pero no quería añadirte más sufrimiento. Me quedé paralizada, no podía imaginar la vida sin mi hermano, mi amado compañero, mi otro yo desde que compartimos el útero materno. Los médicos ya nos habían advertido de que la patología congénita que sufría, a causa del síndrome de Down, no le permitiría sobrevivir más allá de los veinticinco años.

Nos dejó de madrugada. Por mi cabeza uno a uno fueron desfilando grandes momentos. Aquel verano en el que Jaime y yo aprendimos a nadar, las noches en vela pidiéndome que le leyera otro cuento, su entusiasmo por aprender a montar en bicicleta, nuestros paseos por la sierra, su capacidad de sorpresa ante lo cotidiano, la música que tanto nos gustaba escuchar juntos, sus abrazos.

Esa mañana había muerto una parte de mí. Pero yo sabía que él estaba bien, porque sentía su paz. Ya había cesado esa presión en el pecho que durante la noche nos había torturado. De camino hacia el cementerio, la tormenta había parado y un sol brillante me iluminaba.

6 comentarios:

  1. bueno...que te voy a decir,mamita,me sorprendes cada dia mas.y masss.jajja -Muy bonita pero el final inesperado como siempre.Espero que sigas sorprendiendome,a mi y a otros tantos k esperamos siempre tus relatos.Un beso enorme desde el mar de Malaga.

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  2. He llorado solo de leerlo...preciosi

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  3. Que bonito!!!!! me encanta! ¡que te puedo decir!, que cada vez escribes mejor y que ya tienes un estilo que reconozco.

    Ánimo y sigue escribiendo

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  4. La emoción y la esperanza vuelven a dominar tus relatos, que se leen conteniendo la respiración de principio a fin. ¡Enhorabuena! ¿Para cuándo el libro? Sería estupendo tener todos esos relatos impresos y poder leerlos y releerlos en cualquier momento :)Sigue así

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  5. Como siempre... fascinado con lo que leo, con lo que te leo... este me ha dejado impactado... muchisima carga emocional es lo que siento que contiene o al menos así lo veo yo...

    Pero es innegable, me ha encantado...

    Enhorabuena artista.

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  6. ¿Cómo me he podido perder este relato??? No lo había leído!

    Se me ha puesto la piel de gallina y el corazón en un puño! Bravo por ese final que hace que nuestro corazón se estremezca y llore.

    Enhorabuena por otro gran relato

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