Respiré profundamente y avancé
hacia la verja. Olía a campo húmedo y
todavía chispeaba bajo los árboles. Se adivinaban las últimas luces del día y
comenzaba a refrescar. Me acerqué a la
puerta y un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver la silueta de aquella mujer
alejándose.
Ocurrió en 1996. Pierre se había
empeñado en visitar la iglesia de Auvers. Cuando alguna idea entraba
en su cabeza, no consentía que saliera de ella sin llevarla a cabo. Quería
celebrar la boda allí; a mí no me convencía casarnos a una hora de París en aquel
templo gótico, pero accedí a acompañarle. Sin duda era un lugar pintoresco y romántico. Nos sentamos en un banco a orillas del Oise. Al otro extremo del asiento, una
anciana atraía a los patos, que hacían corro alrededor nuestro esperando un
nuevo trozo del pan que ella les ofrecía. Me llamó la atención su indumentaria, parecía
de finales del siglo pasado. Percibió que la observaba y dirigió su mirada
hacia mí. Entonces descubrí sus ojos
blancos ciegos. Su rostro gélido me
inquietó y precipitadamente me levanté haciendo un gesto a Pierre que, embebido
en una guía de la ciudad, no se había percatado de nada.
Llegamos a la iglesia. La rodeamos buscando una
puerta por la que entrar y pero ninguna de las tres con las que nos topamos
estaba abierta. Al lado de un ciprés
había una fuente y fui a refrescarme. De pronto, vi que alguien se acercaba.
Cerré el grifo y me giré. Era ella, la anciana del paseo del río. Se dirigía
hacia a mí y me llamó por mi nombre. Margaritte, dijo, acompáñame, hay algo que
debes saber. Impresionada no acertaba a pronunciar palabra y tan solo pude
hacer lo que me ordenaba ... una misteriosa fuerza me empujaba a seguirla.
Tímidamente le pregunté por qué sabía mi nombre. Me tranquilizó saber que se lo
había oído a Pierre, pero seguía impaciente por escuchar lo que con tanta
intriga me había anunciado. Llegamos a un rincón del jardín dónde dos sillas nos
aguardaban. Con nostalgia, me contó su historia. Se casó muy joven perdidamente
enamorada de su prometido. Los muros de esa iglesia fueron testigos del enlace
que prometía llenar de dicha a la pareja y esa misma tarde los recién casados partían
de viaje hacia su luna de miel … pero no llegaron a su destino. El tren
descarriló y Jean Dupon, el flamante esposo murió. Me explicó que unos meses
antes, una anciana en ese mismo lugar, le había advertido de que existía una
maldición sobre los novios que se daban el sí quiero en esa iglesia, pero que
no la creyó. En ese momento mi turbación desapareció y se transformó en
compasión por esa pobre ciega que en su locura se creía las leyendas que
inventaba.
Esa noche Pierre y yo tuvimos una
discusión definitiva. Desde hacía unos meses la costumbre se había acomodado entre
nosotros. Yo no quería seguir adelante con nuestros planes de boda y él a modo ultimátum
me dio a elegir. Decidí dar marcha atrás y romper nuestro compromiso. Ese
viaje a Auvers me había servido para confirmar que el amor que sentía por
él se había perdido entre tantos formalismos y listas de invitados.
En cuanto llegué a Paris, fui a la hemeroteca e investigué la historia
que aquella anciana me había contado. Encontré la noticia: Jean y Mathilde Dupon
fallecidos el mismo día de su boda en un accidente ferroviario en 1877.
Al año siguiente quise regresar a
ese lugar. Cuando me acerqué a la verja de la iglesia su imagen me dejó
paralizada. En el fondo, quería confirmar que todo habría sido fruto de mi
imaginación, pero allí estaba, merodeando alrededor de la iglesia. Ella advirtió
mi presencia, se giró, me sonrío y siguió su camino …
Impresionante relato. Cada vez que lo leo consigues ponerme la piel de gallina. No he podido parar de leer, leer y volverlo a leer. Consigo ver a la perfección la cara de la anciana y sentir a Margaritte. Vuelves a demostrar que aún en las situaciones más inquietantes siempre aparece la esperanza de una nueva vida. Un nuevo camino al que seguir y dónde Margaritte seguro que será feliz. ¡Enhorabuena! No puedo esperar al siguiente relato.
ResponderEliminarCada vez me gustan mas tus relatos e insisto en la necesiadd de publicarlos en una recopilación. Mientras llega ese momento no dejes de deleitarnos con tu escritura. Eres una artistaza wapa!!! ¿Y alguno de verano? para sentir el olor del mar y hacernos mas llevaderas las jornadas de trabajo?
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias y enhorabuena!!
Como mola ese punto de misterio y cierta lugubreza... es curioso como con textos relativamente breves consigues meternos dentro de la historia...
ResponderEliminarbesos guapa!! :-)
guau!!!!NIÑA EMPIEZA A BUSCAR EDITORIAL Y PUBLICA...ME ENCANTA.BESOS.
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