jueves, 12 de julio de 2012

Figuras en una casa (1ª parte)

Figuras en una casa. Antonio López García.

El comisario Negreira contemplaba en silencio la escena del crimen. Cuando abría y cerraba la tapa de su encendedor yo sabía que no debía molestarle, cualquier interrupción le malhumoraba y le hacía perder el hilo de la investigación.  En mi afán de no desviar la atención de mi superior, yo tomaba notas en mi amarillento bloc. En sus páginas, grabados a carboncillo, parecían escucharse los gritos de las víctimas, entre macabros dibujos de cuchillos ensangrentados e imágenes siniestras de los asesinatos cometidos. A eso me dedicaba mientras mi jefe hacía su trabajo.

Tendida en el suelo yacía la Señora de Gutiérrez, viuda desde hacía unos meses. El cuarto todavía olía a pintura fresca de los rojos brochazos que cubrían sus paredes.  Junto al cadáver, el caballete de un pintor con una obra inacabada.
– Juan, acércate – me dijo Negreira acariciándose la barbilla – Mira qué curioso este cuadro ¿qué te llama la atención de él? – me preguntó. – Pues, qué está sin terminar, mi comisario – contesté torpemente. – Eso salta a la vista Juan, pero es curiosa la presencia de espectadores en el retrato. –Somos sus hijos–, irrumpió una voz femenina acompañada del sonido de unos tacones que se acercaban. – Mis hermanos y yo, encargamos al Sr. López un retrato de nuestros padres y, para nuestra sorpresa, nos incluyó en el lienzo. Al morir mi padre quedó sin terminar. La recién llegada comenzó a llorar desconsoladamente. – Estamos totalmente destrozados, esta inesperada desgracia no tiene ningún sentido. ¿Quién querría hacer daño a nuestra madre?. – Por favor, detengan al culpable y que pague por ello, esto es horrible … Negreira la tranquilizó ofreciéndole un cigarrillo que ella aceptó. Ambos se sentaron en la salita contigua dónde tras asegurarse de que se encontraba mejor, comenzó a hacerle algunas preguntas con el fin de hallar alguna pesquisa que le indicara hacia qué dirección encaminar su indagación. Averiguó que sus dos hermanos estaban de camino desde Suiza, su lugar de residencia. Que ella vivía en Madrid y que el día anterior había comido con su madre y no había percibido nada extraño en su comportamiento. Hablaron del testamento de su padre y de cómo sus últimas voluntades no habían supuesto polémica para la familia.

Mientras tenía lugar el interrogatorio, yo continuaba esbozando el suceso en mi cuaderno. Me sentía satisfecho cuando conseguía trazar hasta el más mínimo detalle. El comisario me vigilaba desde su asiento con disimulo y yo le hacía creer que no lo advertía. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia mí. Pensativo extendió su mano pidiéndome el cuaderno. Miró varias veces comparando la estancia con uno de mis dibujos. – Juan – me preguntó – ¿por qué has dibujado esta hacha? Yo no la veo en el cuarto. – lo siento, Señor – respondí dubitando – he debido imaginarla. Me devolvió la libreta, sacó su encendedor del bolsillo y comenzó a jugar con la tapa. Tras unos minutos en silencio mirando al infinito, como quien quiere traspasar los muros y ver más allá de lo que nuestra vista alcanza, se puso su chaqueta y me dijo  – Nos vamos, Juan –  aquí ya hemos terminado.

Esa noche me costó mucho conciliar el sueño. Estaba inquieto, tenía sudores y mis piernas, ajenas a mis órdenes, no paraban. Me quedé dormido y enseguida sonó el despertador que instintivamente cogí y lancé contra la pared. Me senté en la cama unos minutos. Sabía que me esperaba un largo día por delante junto al comisario. Me levanté y preparé un café bien cargado. Tras una ducha salí de casa en dirección a la estación.
                                                          






3 comentarios:

  1. Ummm... Me encantan las historias de misterio. En este relato voy a ir más allá porque veo cosas entre líneas.

    Comienzo a leer y la mente se me escapa a un teatro,bonitos recuerdos entran en mi cabeza sin permiso y se me aparece una figura, oscura, misteriosa, a veces dubitativa entre el significado del bien y del mal.

    Prosigo el relato y otra figura hace acto de presencia cuando leo "obra inacabada". Se me escapa una tímida sonrisa.

    La última figura que mi imaginación recrea, se dibuja al leer "muros", no sé el motivo, pero he recordado una catedral!! :)

    Con tu relato has conseguido que aparezcan 3 figuras en mi casa, además son figuras que seguro reconoces.

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  2. Me he convertido en una fan de el Inspector Negreira y espero que este relato sea el principio de una larga lista de casos del inspector. Estoy deseando leer la segunda parte y ver si mis suposiciones sobre el asesin@ son acertadas. Parece que oigo en mi cabeza el ruidito del encendedor al abrirse y cerrarse. ¡Enhorabuena! Y la siguiente entrega que sea pronto, por favor.

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  3. Pero Rosa, y ahora con intrigas??? A mi me encantan las novelas policiacas, estoy enganchada a las sagas de unos cuantos inspectores e inspectoras, asi que ha sido una gran sorpresa... Y ya tienes hipótesis Bego? Yo aun no, no sé, la hija...?

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